Me arruina la vida, pero no puedo evitarlo

Medio centenar en una hora.
 
Duros. Cocidos durante 15 minutos. Y pelados, para más detalles.
 
 
—Luke, ¿por qué has dicho 50? Podrías haber dicho 35 o 39.
 
—Me ha parecido un número más redondo.
 
—Luke, nos estamos jugando mucho dinero, ¿no te das cuenta?
 
—Sí, me doy cuenta. Tendré que comérmelos.
 
 
Y se los comió.
 
Paul Newman-barra-Luke, en mítica La leyenda del indomable.
 
Un tipo al que encarcelan por cargarse unos parquímetros mientras anda borracho, que no acata las normas de la cárcel y se rebela contra el sistema, ganándose así la admiración de sus compañeros de presidio.
 
 
 
Dejando Hollywood a un lado…
 
Hay un caso peculiar.
 
Otro tipo, este de 88 años y en libertad (bueno, vivía en una residencia de ancianos) que, por un problema mental, estuvo unos 15 años ingiriendo entre 20 y 30 huevos al día.
 
Siempre cocía los huevos a fuego lento y se los comía a lo largo del día. Llevaba un cuidadoso registro, huevo por huevo, de sus hazañas.
 
¿Colesterol disparado, por las nubes? Niveles normales.
 
—Comer estos huevos me arruina la vida, pero no puedo evitarlo— dijo al psiquiatra y al psicólogo que le trataban.
 
 
La creencia genera confianza.
 
Y la confianza obliga a actuar. También a vender.
 
Ahí lo llevas, rojohueser.
 
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